Yo diría que el libro que ha publicado Antonio Comas, catedrático de la Universidad de Barcelona, es un libro fundamentalmente pedagógico. Sus “Ensayos sobre literatura catalana” nos dan una amplia visión de lo que ha sido, esencialmente, la historia de la lengua y de la literatura en Cataluña a través de unas páginas concisas, periodísticas, pero no por ello desprovistas de erudición ni de finura analítica. ¿Qué unidad podemos encontrar entre estos trabajos dispersos, aparecidos en diarios y revistas, o encabezando, como estudios o prólogos, ediciones importantes?
Se vienen prodigando últimamente las recopilaciones de artículos. Estos libros parece a veces que carezcan de un auténtico esfuerzo de composición. Escritos como unidades separadas, quizá con el propósito del comentario crítico puntual a una determinada novedad literaria, no tienen, en principio, aquella difícil unidad de tensión de una obra de mayor envergadura, aún incluso dentro del género ensayístico. Al recopilarse en un libro pasan, no obstante, su prueba de fuego. Si resisten a este troceamiento inicial, si consiguen que el lector pueda elevarse, al final de su lectura, a una unidad no sólo temáticamente clara, sino también descubrir una misma coherencia de interpretación, de estilo, de propósito, habrán superado aquel momento difícil, y habrán justificado, con nobleza, su nueva aparición bajo un formato de libro.
Este es, ante todo, el caso de los ensayos de Comas. Sin embargo, el libro representa una muy digna divulgación de las obras literarias escritas en catalán. Antonio Comas, autor de diversas obras de historia y crítica literaria –citaremos sólo “Les excel·lències de la llengua catalana” o su afortunado estudio sobre Santa Teresa de Jesús—, está preparando desde hace ya algunos años la continuación de la obra iniciada por Martín de Riquer, de su monumental “Historia de la literatura catalana”, que hace tiempo comentamos en estas mismas páginas. Junto a esta labor de profunda investigación ha escrito con finura y agilidad estos artículos, que pueden servir, insisto, para una aproximación fructífera de un lector menos especializado a lo que es y ha sido el espíritu de la lengua y de la literatura catalana.
Su lectura es enriquecedora. Lentamente, a través de sus páginas, van apareciendo los grandes autores clásicos como Ramón Llull, Ausias March, Verdaguer o Maragall, no en estudios dedicados a toda su obra, sino quizá sólo en los inteligentes comentarios a algunos aspectos de alguno de sus libros, de sus orígenes literarios o incluso de posibles paralelismos establecidos entre su producción y la de otros poetas y escritores de distintas áreas culturales. (Así, por ejemplo, el estudio del “Llibre dels mil proverbis”, de Llull, o las influencias que ejerciera Ausias March sobre Garcilaso de la Vega o la vinculación entre Verdaguer y el “esbart” de Vic, o la profunda analogía que encuentra en la búsqueda de Dios a partir de los seres más pequeños o de las cosas más humildes, en algunos pasajes de Juan Maragall y de Rainer Maria Rilke).
Hay, sobre todo, un estudio de un gran valor analítico entre estos primeros trabajos del libro, que es el dedicado a aquella extraordinaria novela catalana –¿originalmente italiana, acaso?– “Curial e Güelfa”. Esta deliciosa obra de aventuras caballerescas es tratada por nuestro autor con una extraordinaria delicadeza. Antonio Comas ve en ella una novela que, “partiendo de la concepción genuinamente medieval, pretende adentrarse en el humanismo”. En estas páginas se nos habla de algunas de sus características: de su verosimilitud, propia de la transición de la Edad Media al Renacimiento, o de “ese clima de erotismo refinado e insistente que recuerda mucho a Bocaccio”. Nunca como en este caso el crítico ha hecho una mejor invitación para que nos adentráramos en esta obra que nos presenta “caballeros de carne y hueso que comen y duermen, que sufren y que cuando están cansados buscan su sombra y dejan pacer sus caballos”.
Después de sus comentarios a la relación entre el talante estético de Maragall y de Eugenio d’Ors, o la evolución de Juan Alcover –cuyos primeros libros están compuestos en castellano, antes de que el escritor mallorquín se convenciera de que para conseguir su autenticidad literaria debía escribir en su lengua natal—, Antonio Comas nos brinda algunos artículos de crítica sobre libros más o menos recientes de nuestros escritores. Se va perfilando en ellos esta moderna literatura catalana, hoy ya consolidada. De las obras de Espriu, de Pla, de Foix, de Riba o de Sagarra, se llega a la aparición de los nuevos artistas de la palabra como Perucho, Blai Bonet, Pedrolo…
Así, sin darnos cuenta, vamos entrando en la literatura de Cataluña. Los artículos de Comas tienen siempre el acierto de recordarnos citas oportunas o de hacernos referencias al pasado más o menos vivificador, la “Reenaixença”, la obra de Prat de la Riba… Pero ha sabido, además, relacionar estos escritores con los que escriben en castellano, sorprendiendo, por ejemplo, la influencia de la poesía de Jorge Guillén sobre la sensibilidad de muchos otros poetas catalanes contemporáneos.
Sus últimas páginas, dedicadas a la lengua catalana, a la obra reguladora y clarificadora de Popmpeu Fabra, cierran este libro, que es mucho más que una recopilación de buenos artículos, ya que sirve para el lector curioso de amable guía por el interesante paisaje cultural de Cataluña.

Artículo publicado en ABC en 1970.