Mauricio Serrahima y el arte como ficción - Tomás Alcoverro
Escritores en la orilla

Mauricio Serrahima y el arte como ficción 

Mauricio Serrahima ha publicado dos libros de ensayo, es decir, como él diría, dos libros de “tentativa mental ofrecida como espectáculo”. El objeto de esta a veces lírica intención es el Arte. “Sobre llegir i escriure” y “La crisi de la ficció” estudian, ante todo, el fenómeno de la creación artística como un producto del esfuerzo del hombre. “El Arte —dice— tiene sentido en cuanto es un esfuerzo para superar la limitación humana”. En “La crisi de la ficció” se establece la idea general de su estética. La obra de arte es una afición que está mantenida tanto por parte del espectador o del lector como por parte del creador, por una convención que no admite la interferencia de la realidad porque la rompería. La realidad sólo juega un papel inicial en el proceso artístico. El artista, al crear la obra, crea una ficción válida por sí misma, que no tiene nada que ver con la realidad. El modelo del artista no es ya la realidad, sino la apariencia de esta realidad, que tiene que expresar con unos determinados medios expresivos. La elaboración de la obra supone, primero, desfigurar la realidad, delimitarla, aislarla de la sustancia de la propia vida, hasta convertirla en algo independiente, en un mundo ficticio. Habla el escritor de un movimiento alternante en cuyo primer tiempo el artista improvisa las formas en que debe desfigurar la realidad, para pasar, en un segundo momento, a contemplar el resultado como si se hubiese producido como un nuevo modelo que ya no ve como algo estrictamente real, sino como si fuese real. La ficción surge en este mismo momento, porque el artista nunca propondrá la percepción de la obra —en general, la lectura— como algo real, sino como algo que fuese real. Es así como Serrahima define en “Llegir i escriure” el ensayo que se centra más concretamente sobre el arte literario, la novela, de la siguiente forma: “Es una narración de hechos imaginarios que el autor cuenta como si los conociera, de tal manera, que el lector puede, a pesar de que sabe que son imaginarios, tomarlos convencionalmente, y, mientras los lee, como si fueran reales”. Esta convención fundamenta toda la comunicación artística, aunque no aparezca sólo en el campo del Arte. Hay también convención, por ejemplo, en el juego, que es hasta cierto punto, y en esto se parece al Arte, un mundo redondo y ficticio. Pero en el Arte hay dos formas de entregarse a la ficción: creando o contemplando.

¿Qué es el resultado estético de la obra?, pregunta Serrahima. El resultado estético no es ningún resultado directo que el artista pueda poner deliberadamente, ni de una forma explícita, en su obra. Sólo puede aparecer como la consecuencia de la apariencia que el artista ha creado en la obra. Es algo que nos hace pasar de la función perceptible convencionalmente admitida a una forma de realidad expresada más remotamente, pero que sólo podemos captar a través de la misma ficción que ha producido la apariencia de la obra.

Todo el moroso análisis del ensayista, a través del misterio de las motivaciones artísticas, del tiempo y la belleza producida por los medios exclusivos expresivos del Arte, de las relaciones entre la realidad y la ficción, en la actitud personal del creador que inventa realmente la ficción, de los lenguajes, es un largo camino que, como la obra de Proust, rodea, a veces, mundos distintos; pero que, al cabo, se encuentra y se recupera a sí mismo. El pensamiento estético de Serrahima vuelve a su tesis inicial, tan bien trabado y autónomo, como una obra de ficción.

Artículo publicado en ABC el 3 de noviembre de 1966