El pastel de cumpleaños de Sadam Hussein - Tomás Alcoverro
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El pastel de cumpleaños de Sadam Hussein

Es una tradición celebrar en Takrit, patria chica del rais Sadam Hussein Takriti, sus aniversarios. En esta pequeña localidad comercial y agraria a 180 kilómetros de Bagdad, en pleno país suní, nació hace 63 años el presidente de la república. El clan Takriti es el núcleo del poder que gobierna desde hace años la nación. La misma tierra fue ocho siglos antes cuna de Saladino, el conquistador que aplastó a los cruzados. En la pista del estadio deportivo municipal, frente a la marmórea tribuna de los dignatarios del régimen, en uniforme verde oliva tocados con boina negra, habían dispuesto una mesa con el gran pastel del aniversario que representaba el mapa geográfico del Iraq. Con la interpretación del himno nacional por una banda militar que todavía guarda las gaitas introducidas por los británicos en la época colonial, y con la lectura de versículos del Corán, dio comienzo este acto que es, a la vez, apogeo del culto a la personalidad que se rinde a Sadam y manifestación de la adhesión popular a su régimen. Tuvo el vice presidente del Consejo del Mando Revolucionario, y primo hermano del jefe del Estado, el honor de cortar el gran pastel. 

Repartido en las tribunas de los embajadores y dignatarios extranjeros pude degustar una de sus pequeñas porciones. Miles de personas vitorearon y honraronal rais iraquí, el gran ausente de la ceremonia. Omnipresente su retrato, recibía esta pleitesía renovada de su pueblo sin aparacer en carne y hueso en la tribuna.

Cada año es una incógnita saber dónde y con quién pasa Sadam Hussein la fiesta de su aniversario. Después de las danzas tradicionales bailadas –cosa insólita en países musulmanes– por muchachas ataviadas con trajes de vivos colores, siguió un corto desfile de pelotones del Ejército y una larga marcha de las fuerzas populares de la nación.

Iraq es con Siria uno de los raros estados laicos del Oriente Medio. Grupos sindicales, asociaciones profesionales, milicias del Baas, delegaciones de las tribus del Iraq profundo y violento, desfilaron bien encuadrados por los jefes del partido, avezados en el control de las masas. No en vano el Baas gobierna Iraq desde 1968. A su paso ante la tribuna prorrumpieron en vítores como «¡Oh, Sadam, con nuestro espíritu y con nuestra sangre te defenderemos!», con pancartas contra Estados Unidos y contra las sanciones internacionales.

En las orillas de la autopista de Takrit, las tribus armaron tiendas o jaimas para ofrecer dátiles, frutos y vasos de té a los invitados al cumpleaños de Sada Hussein.

Artículo publicado en La Vanguardia el 29 de abril de 2000.