Solé Tura - Tomás Alcoverro
Escritores en la orilla

En torno al libro de Solé Tura


Polémica sobre Prat de la Riba

A finales del pasado verano Jordi Solé Tura publicaba su libro «Catalanismo i revolució burgesa», que lleva como subtítulo «La sintesi de Prat de la Riba». La obra había sido inicialmente una tesis doctoral que se leyó meses antes en la Facultad de Derecho de Barcelona. 

El libro aparece en un momento muy oportuno. Fue en el sesenta y siete cuando se celebró el cincuentenario de la muerte del político catalán. Solé Tura tuvo, al elegir el tema de su trabajo, un acierto innegable. A veces la sola elección de un tema interesante, de un tema que puede promover opiniones e incitar al diálogo, es ya un primer paso bien dado por el autor que, sin embargo, se encontrará al poco tiempo con el peligro de que su trabajo creador, su trabajo de investigación, de esfuerzo, de síntesis quede excesivamente confiado a aquel acierto inicial de haberlo sabido escoger. El libro de Solé Tura, un ambicioso libro político, se convirtió en libro leído y muy comentado. «Catalanisme i revolució burgesa» comienza así: «La historia del nacionalismo catalán es la historia de la revolución burguesa frustrada. Su fracaso es una de las causas fundamentales de nuestro atraso económico y político». 

Solé Tura se había situado con audacia ante uno de los hombres más representativos de una época importante de Cataluña y, a través de su tesis doctoral-ensayo, nos ofrecía toda una interpretación no ya sólo de Prat de la Riba, sino, además, de la burguesía catalana. Prat de la Riba era para Solé Tura la síntesis de la clase burguesa del Principado y en sus contradicciones, en su ideología, en su mismo oportunismo político —como veremos en seguida— se refleja todo el talante de aquel grupo social. Hablar de Prat de la Riba era, en definitiva, hablar de la Lliga y del catalanismo. En el prólogo escribirá: «…su síntesis (la de Prat de la Riba) contiene la clave del problema. En ella vemos reflejadas las fuerzas y las debilidades de la arremetida burguesa, las esperanzas de una clase que se sabe hegemónica en Cataluña y que aspira a serlo en toda España, y las realidades de una limitación orgánica e ideológica que la decantan desde el primer momento hacia el compromiso». 

En el primer capítulo describe al político que nació en Castelltersol en el año 1870, sus estudios en la Facultad de Derecho de Barcelona, su formación ideológica, sus inicios en el campo del catalanismo, hasta convertirse, en 1899, en director de La Veu de Catalunya y publicar algunos años después su obra más destacada, «La nacionalidad catalana». En 1907 es elegido presidente de la Diputación desde cuyo cargo ejercerá una importante labor política y cultural. 

El impulso de Prat de la Riba es frenado, según Solé Tura, por la misma incapacidad de la burguesía catalana. O mejor dicho, su impotencia es reflejo de las contradicciones internas de esta clase social, «que sólo puede gobernar, y aún, en Cataluña. Su fuerza no va más allá. El asalto del poder, la transformación burguesa del Estado caen fuera de su alcance. Gobierna aquí pero tiene que proceder por vía de compromisos hacia fuera». 

Prat de la Riba, el teórico político de la burguesía industrial y urbana, el hombre que se había empeñado en dirigirla hacia el Estado, era, al mismo tiempo, un hombre profundamente vinculado a una forma de ser tradicional, inmóvil y conservadora. Para nuestro autor esta tensión íntima era paralela a lo que le ocurría a la sociedad burguesa catalana de la época. ¿Cuáles eran sus características? Primeramente «era la única burguesía industrial seria del país (con la excepción de la vasca, de la que no obstante la separaban importantes diferencias estructurales), era una burguesía periférica condicionada por un mercado interior débil y miserable, pero indispensable; estaba bajo la presión de un proletariado propio combativo y exasperado, necesitaba del Estado oligárquico para una hipotética expansión exterior y para lograr el mantenimiento del orden público interior; estructuralmente debilitada por la tensión interna entre el desarrollo urbano e industrial de Cataluña y la pervivencia de instituciones agrarias precapitalistas».

Solé Tura acierta, hablando del nacionalismo catalán, al indicar el elemento económico estructural como base decisiva de esta diferencia. Con el proteccionismo y las luchas contra los librecambistas, comienza la identificación de los intereses de la burguesía con los de toda la sociedad catalana. Pero de esta polémica entre el proteccionismo y el librecambismo se pasó a la polémica de un grupo social hegemónico en Cataluña y los representantes de la España mercantil y agraria. «De aquí, dice Solé Tura, a la contraposición entre Cataluña y España sólo había un paso, que pronto se dio.» 

La crisis de 1898, el resquebrajamiento de la Restauración, la patente diferencia de las estructuras económicas entre Cataluña y el resto de España, «el deseo frustrado de forjar el grupo español, como dice Pierre Vilar, a imagen de la nación moderna», obliga a los doctrinarios catalanes, a sus hombres de acción, a «lanzarse hacia los sueños históricos de un Estado para ellos, de una “nación ca- talana”». Esta parte del libro que ha titulado expresivamente «Una burguesía en busca de sí misma», establece las directrices de la posterior y fatal evolución política. Pero es, quizás, en su interpretación como clase expansionista, incluso imperialista —superado el estadio del nacionalismo «Votar por la Lliga no es votar por Cataluña»— donde ha incidido con mayor profundidad la documentada crítica publicada en Serra D’Or, por Josep Benet. Benet ha achacado a Solé Tura, ante todo, un escaso conocimiento de las fuentes, una fácil descripción de la evolución ideológica de Prat de la Riba que apartaba todos aquellos elementos que pudieran invalidar su esquema inicial, un manejo interesado de los materiales, interpretándolos incluso fuera de su contexto… Es natural que el libro sobre Prat de la Riba haya despertado esta desacostumbrada polémica en nuestro ambiente intelectual. Para Solé Tura, Prat fue un político que condenó los usos del parlamentarismo liberal a partir de una crítica conservadora, se opuso al igualitarismo social—habla de su «invencible repugnancia por el igualitarismo»— que mantenía que la religión podía servir como elemento de control del pueblo, proclamaba que la organización del trabajo debía basarse sobre principios gremiales, corporativos y confesionales… defendía la institución de las colonias industriales como remedio contra la corrupción moral de la clase trabajadora, y practicaba en política, en las relaciones con el poder central, la táctica del pacto y del compromiso. 

Tanto Benet como algunos otros comentairistas que han escrito sobre la obra han reaccionado vivamente contra esta interpretación, calificándola de inexacta, confusionaria, simplista. Así, por ejemplo, Isidre Moles dice: «Falta un análisis de la estructura y dinámica de las clases y de los partidos. Hubiéramos visto entonces, posiblemente, cómo la burguesía catalana no se identifica nunca como un todo detrás del regionalismo, y los esfuerzos constantes de éste para asimilarla política e ideológicamente… La insistencia en el análisis de las fuerzas sociales y políticas, así como la descripción general de la época, hubiera mostrado, también, hasta qué nivel llegó la penetración del pensamiento de Prat de la Riba en las capas de la pequeña burguesía, de la clase obrera o del campesinado…» 

Para Benet además, el autor de «Catalanisme i revolució burgesa» no ha tenido en cuenta un factor esencial en su estudio. Prat de la Riba no sólo fue un ideólogo, un portavoz de la burguesía catalana; Prat de la Riba, como hombre político, tuvo una actuación determinada. Eligió entre distintas opciones, fue un creador de decisiones. Y esta actividad, aunque sea más difícil de analizar, es tanto o más importante que sus escritos». Por eso un libro sobre Prat de 1a Riba debe tener en cuenta, también, su labor como político.

Después de estas consideraciones quizá no podamos aceptar aún como válida la síntesis pretendida por Solé Tura. Ciertamente, es muy difícil conseguirla en el actual estadio en que se encuentran nuestras investigaciones históricas. Sin embargo, creo interesante esta visión que nos ha dado de una burguesía desgarrada por sus profundas contradicciones internas: solicitada por el tradicionalismo agrario y por el modernismo urbano e industrial, entre el deseo de transformar el Estado español y la necesidad, por su propia incapacidad, de limitarse a Cataluña, donde, por otra parte, se enfrentaba con un potente y cada vez más activo proletariado reivindicador.

(1) «Catalanisme i revolució burgesa» de Jordi Solé Tura. Col. A. l’abast. Edicions 62, B.

Artículo sobre Solé Tura. 13 de marzo de 1968 – La Vanguardia