La piscina del Saint Georges - Tomás Alcoverro
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La piscina del Saint Georges

Escenario del atentado contra Hariri, con el edificio maltrecho del hotel Saint Georges

El bello edificio del hotel Saint Georges, de clásico estilo y de agradables proporciones, nunca fue reconstruido después de la guerra. Sólo su piscina, muy cerca de la orilla del mar, fue remozada y ampliada con un restaurante de temporada, convirtiéndose en uno de los lugares más chic de la burguesía local y de los residentes extranjeros, entre altos hoteles y renovados inmuebles. El Saint Georges ha sido uno de los hoteles de Oriente Medio más legendarios, con su propia literatura. Su famosa barra del bar, sus confortables salones, fueron, en la década de los sesenta, escenario por el que deambularon aventureros, espías como Philby, ministros y diplomáticos. En los años de la guerra fría, Beirut había sido una de las capitales de los servicios secretos internacionales, de los corresponsales extranjeros de prensa, de los políticos y los intelectuales árabes exilados. En 1976, al principio de la guerra, quedó atrapado en la feroz batalla de los hoteles entre milicianos cristianos por un lado y musulmanes y palestinos por otro. Una semana después del asesinato de Rafic El Hariri, aún no se han esclarecido las circunstancias elementales del crimen. Las hipótesis de que fue un atentado cometido por un suicida o bien provocado por la explosión de un coche estacionado al cruzar su convoy no han agotado las versiones posibles de lo acontecido. La excavación de un túnel desde el hotel desafectado, vacío, hasta debajo de la calzada de la calle, donde fueron colocados los explosivos, es uno de los rumores más extendidos por la ciudad. Hay conducciones subterráneas de suministro de agua y electricidad que hubiesen podido ser aprovechadas, de alguna forma, para perpetrar este magnicidio, escrupulosamente ejecutado. Habría sido como aquel atentado de ETA en el centro de Madrid contra el almirante Carrero Blanco en los últimos años de la dictadura. 

Beirut ha sido durante décadas el paraíso de las guerras secretas, de las guerras del terror. La guerra libanesa nunca fue una de estas contiendas civiles crueles pero limitadas en el espacio y en el tiempo, en las que buenos y malos se enfrentaban con el rostro descubierto y en las que cada uno podía con seguridad escoger su campo. Aquella guerra fue una guerra sin rostro, en donde la muerte aparecía bajo máscaras dispares. No conoció el lujo de cárceles, ni de procesos ni ejecuciones sumarias. Detrás de la muerte de cada libanés era muy difícil saber quién se escondía. 

Beirut ha sido durante décadas el paraíso de las guerras encubiertas, de las guerras del terror

Este laberíntico conflicto tan difícil de explicar, sobre todo de racionalizar —todavía en la actualidad los habitantes de este país no se ponen de acuerdo a la hora de esclarecerlo—, se ha exacerbado con la guerra secreta, clandestina, a la que se libran los príncipes de las tinieblas. 

Ninguno de los asesinatos cometidos contra los presidentes Bachir Gemayel, elegido a la sombra de la ocupación israelí de 1982, muerto en la explosión de un edificio del barrio cristiano de Achrafie; ni del presidente René Moawad, que perdió la vida siete años más tarde, cuando estalló una bomba al paso de su convoy por el barrio de Sanaya, del oeste de la ciudad; ni la del primer ministro Rachid Karame, hermano del actual jefe de gobierno, víctima de una carga explosiva colocada en su helicóptero en 1987, ha sido esclarecido. Las investigaciones policíacas, las diligencias y sumarios judiciales, nunca sirvieron para conocer la identidad de los culpables. El enmarañado trasfondo de intrigas y maquinaciones políticas de esta palestra donde se enfrentan toda suerte de poderes regionales e internacionales garantizan su impunidad. 

Los desenfadados clientes de la frecuentada piscina del hotel Saint Georges no sabían que se solazaban a la sombra de uno de los históricos centros de la lucha de los servicios secretos de Oriente Medio.

El hotel beirutí, testigo del asesinato de Hariri, fue antaño el centro de la lucha de los servicios secretos internacionales

La piscina del Saint Georges - Artículo publicado en La Vanguardia por Tomás Alcoverro
Artículo publicado en La Vanguardia el 23 de febrero de 2005.